El mes de Octubre (2019) ha traído a Chile una Erupción Social con cientos de miles de manifestantes en las calles reclamando por causas justas, pero también con una violencia destructora que nadie logró prever ni controlar, que ha sido muy injusta en su actuar y en sus resultados.
Los principales motivos de la manifestación social fueron la Desigualdad Socioeconómica y la sensación de Injusticia de las clases Media y Baja respecto a la acción del Estado para mejorar su situación desmejorada. En un país donde los servicios de Salud y Educación provistos por el Estado dejan mucho que desear, el consumo de servicios otorgados por privados implica forzar los recursos económicos a niveles muchas veces insostenibles para las familias; el bajo nivel de las Pensiones mantiene en la Pobreza a una cifra importante de jubilados que no tiene capacidad de mejorar sus ingresos. El sistema Tributario Regresivo grava con un alto IVA tanto el consumo de lo más pobres como el de los más ricos, pero impacta proporcionalmente mucho más al primer grupo.
El Rugby ha sido por mucho tiempo considerado un deporte de élite- exclusivo para las clases más acomodadas- percepción que aún se mantiene en la Región Metropolitana, pero cada vez menos en regiones. Las razones de esta “exclusividad” no están en el costo específico de su práctica y equipamiento individual (es similar al fútbol e inferior al tenis u otros deportes en que el país destaca como Remo o Ciclismo) sino en 2 elementos fundamentales para cualquier deporte:
– Donde se aprende a practicarlo cuando niño o adolescente
– Donde se puede practicar en forma regular cuando adulto.
El aprendizaje de este deporte se concentra principalmente en colegios particulares orientado a los estratos económicos más altos y también en algunos clubes deportivos que no pueden calificarse como inclusivos o abiertos a personas de cualquier nivel socioeconómico (U. Católica, Prince of Wales Country Club, PWCC).
La práctica del Rugby se desarrolla en clubes deportivos ya sea específicos de este deporte o en clubes multideportivos de larga tradición o vinculados a colonias extranjeras (inglesa, francesa, argentina). La mayor parte de los clubes son una organización integrada por exalumnos de los colegios privados (donde se concentra la enseñanza del deporte), clubes multideportivos, Universidades y clubes de Rugby formado por aficionados que no son provenientes de colegios particulares. Las posibilidades de cualquier club de lograr el máximo éxito como es el de campeón nacional muestran una desigualdad que puede sorprender por su magnitud: desde 1948 se han celebrado 72 campeonatos, de los cuales 61 han sido ganados por clubes de exalumnos de colegios particulares o por clubes deportivos que no se pueden clasificar como “inclusivos” (U. Católica, PWCC) y 11 por clubes que si ofrecen una posibilidad de práctica a deportistas con diferentes posibilidades económicas (Stade Francais, Los Troncos, USM); la concentración en clubes de Santiago es abrumadora : sólo en 7 ocasiones ha ganado un club de regiones. Los torneos finales de los 8 mejores de la ARUSA(Asociación de Rugby de Santiago, TNC) reflejan esta misma realidad: sólo 2 clubes participaron en 2018 y 1 en 2019.
Los colegios particulares son aquellos que reciben a los alumnos con mayores oportunidades en nuestra sociedad: no sólo por ser de un estrato económico superior (que implica mejor nutrición, salud y educación) sino porque no están ubicados en zonas de riesgo social, tienen menor porcentaje de hogares monoparentales, tienen mejor dotación de profesores e instalaciones y pueden destinar más tiempo al Ocio o Diversión. No es raro, por tanto, que los Rugbiers juveniles mejor dotados provengan de estos equipos en los que a los 18 años han acumulado muchas más horas de Rugby y de mejor calidad que aquellos jóvenes provenientes de colegios o clubes “inclusivos”. En la etapa adulta las diferencias se mantienen, y salvo la aparición de ciertas figuras formadas en las regiones, la mayor parte de los integrantes de los últimos planteles de la Selección han provenido de los clubes que se pueden calificar como “exclusivos”. ARUSA ha sido muy exitosa en conseguir apoyo económico de la empresa privada y potenciar sus torneos lo que ha favorecido principalmente a los clubes tradicionales.
La opción del Profesionalismo que se abre a través de la Liga Sudamericana y la constitución de una franquicia en Chile se ofrece a aquellos jugadores que han alcanzado un nivel técnico competitivo a nivel sudamericano. Sin embargo, no se puede decir que esta opción sea igualitaria ya que el nivel técnico de los jugadores está muy relacionado con la institución donde aprendieron a jugar y el o los equipos en que lo han practicado.
Los jugadores susceptibles de ser contratados serían una fracción del plantel de la Selección con una mayoría de jugadores con más experiencia y dotación técnica. Sin embargo, para la mayoría de estos jugadores el Rugby Profesional sería una aventura de corto plazo pero no una carrera ya que el título profesional de una buena Universidad y su red de contactos le abren muchas más posibilidades como profesional, empresario o ejecutivo, que la carrera profesional de Rugbier postergaría.
¿Es el Profesionalismo una opción para que el Rugby sea más igualitario ofreciendo más y mejores oportunidades a jugadores y clubes independiente de su origen socioeconómico? La respuesta es Negativa considerando la estructura del Rugby chileno en la actualidad. Las posibilidades que un jugador talentoso vecino de barrios pobres de Santiago ó provincias como La Pintana, San Bernardo, Maipú, Curacautín o Coquimbo, entre muchas comunas donde se juega el deporte, llegue alguna vez a la selección nacional son mínimas, las posibilidades que ese jugador sea hoy profesional no existen.
El verdadero Profesionalismo debiera llevar implícita una posibilidad de Carrera Profesional para jóvenes que han comenzado su práctica del deporte en colegios o clubes “inclusivos” que no tienen una fuerte tradición detrás, para los que el aprovechamiento de sus talentos físicos y técnicos para este deporte ofreciese una mejor alternativa laboral que la tradicional de formación profesional (Universidad, IP, CFT) y luego ingreso al mercado laboral “tradicional” o ingreso al mercado laboral al terminar la educación secundaria. Pero para lograr lo anterior, debiera haber muchos jugadores elegibles originarios de aquellos equipos y no los hay porque falta una etapa intermedia: que alguna entidad les nivele la cancha¡¡¡. Como el Estado no va a intervenir habiendo miles de necesidades más urgentes, debiera ser la Comunidad del Rugby que realice un ejercicio de ofrecer Igualdad de Oportunidades a todos sus integrantes implementando acciones concretas para que los colegios y clubes “inclusivos” sean capaces de dar una formación y una práctica comparable al menos con el promedio de los clubes más favorecidos.
La Desigualdad en el Rugby chileno es evidente, y al igual que la de la Economía, no se corrige por un “chorreo” automático de los excedentes del más favorecido al menos favorecido. Es necesario que los clubes más poderosos, de más recursos y más tradición, se den cuenta que una Redistribución de Recursos hacia los clubes más débiles y nuevos sería una potente herramienta para permitir una mayor competencia y la generación de una mayor cantidad de jugadores elegibles para la selección y para la o las franquicias que se establezcan. Habría un círculo virtuoso de generar más jugadores de élite que permitiría mejores resultados a las selecciones lo que atraería más niños a practicar Rugby, lo que resultaría en más jugadores de élite y mejores resultados, etc…
Redistribución de Recursos en un deporte no implica un impuesto monetario a los más ricos para distribuirlo entre los más pobres, sino compartir un mayor acervo de conocimientos técnicos, talentos individuales y experiencia de juego con clubes que tienen menos. No es un juego de suma cero sino que de suma positiva porque formar más y mejores Rugbiers va a contribuir a que todos mejoren tanto individuos como equipos, como las Selecciones Nacionales.
Sin que sea una enumeración excluyente creo que los siguientes mecanismos permitirían esa Redistribución:
a.- Que Colegios o clubes establecidos (CE) apadrinen a colegios o clubes nuevos (CNE) en el área formativa de los jugadores.
b.- Que los clubes establecidos y las Asociaciones ofrezcan clínicas de Rugby tanto para jugadores como para entrenadores y referís de los CNE.
c.- Que los Colegios establecidos organicen o apoyen la organización de Festivales de Rugby de fin de semana con varios CNE.
d.- Que los jugadores cadetes de los CE apadrinen a jugadores cadetes de otros colegios y clubes y les aporten kits de entrenamiento.
e.- Que la Asociación más poderosa (ARUSA) colabore con un programa de desarrollo de asociaciones más pequeñas y frágiles.
En una cancha de Rugby juegan 15 jugadores y actúan todos en pos del equipo y no del lucimiento individual, si hay alguno con problemas los demás lo apoyan. Creo que el Rugby en Chile tiene muchos integrantes con problemas y que si recibieran el apoyo permanente y organizado de los clubes y colegios más favorecidos, podrían mejorar mucho su performance y generar más y mejores jugadores para Chile y mejores personas para el país.
La llegada del Profesionalismo al Rugby en Chile no lo va a convertir en un deporte más igualitario: las posibilidades que en 10 o 12 años más el capitán de la Selección chilena sea hoy un jugador adolescente que debe jugar en calzoncillos porque no tiene posibilidades de comprar un short (caso de Siya Kolisi en Sudáfrica hace 15 años) son inexistentes.
Con un Rugby más igualitario que el actual, el Profesionalismo si podría ser una herramienta que permitiese a niños y jóvenes de familias de bajos ingresos percibirlo como una alternativa profesional que permita desarrollarse social y económicamente; para ellos sería una opción más relevante que para los jóvenes proveniente de sectores acomodados, que tienen más alternativas. Espero que este cambio se produzca y de aquí a pocos años podamos disfrutar de los Alexis, Arturos y Garys del Rugby, tal vez jugando en destacados clubes de Europa, Oceanía o Norteamérica.
Si el Rugby chileno no mejora su índice de desigualdad, nadie quemará canchas ni destruirá camarines o gimnasios, pero no sería de extrañar una fuga de cultores al fútbol americano o al Rugby League, aun en desarrollo incipiente.
Una última mirada a la Violencia mostrada por los jóvenes en las últimas manifestaciones: que magnífico sería aprovechar esa energía en un deporte de contacto que se basa en la agresividad, pero respetando reglas bien definidas. Hay demasiados Ninis en Chile que podrían usar su energía en practicar Rugby u otro deporte en forma sistemática. El país ganaría un deportista y perdería un violentista: Negocio Redondo.
NINIS: Ni trabajan ni estudian.
Francisco Castro, Noviembre 2019.